Archive for enero 2009

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Colofón III. Fin y Principio.

enero 7, 2009

(…) No quiso aguardar más tiempo a poner en efecto su pensamiento, apretándole a ello la falta que él pensaba que hacía en el mundo su tardanza, según eran los agravios que pensaba deshacer, entuertos que enderezar, sinrazones que enmendar, y abusos que mejorar, y deudas que satisfacer. Y así, sin dar parte a persona alguna de su intención y sin que nadie le viese, una mañana, antes del día, que era uno de los calurosos del mes de julio, se armó de todas sus armas, subió sobre Rocinante, puesta su mal compuesta celada, embrazó su adarga, tomó su lanza, y, por la puerta falsa de un corral, salió al campo con grandísimo contento y alborozo de ver con cuánta facilidad había dado principio a su buen deseo.

(…) En lo de las armas blancas, pensaba limpiarlas de manera, en teniendo lugar, que lo fuesen más que un armiño; y con esto se quietó y prosiguió su camino, sin llevar otro que aquel que su caballo quería, creyendo que en aquello consistía la fuerza de las aventuras.

Yendo, pues, caminando nuestro flamante aventurero, iba hablando consigo mismo y diciendo:

¿Quién duda sino que en los venideros tiempos, cuando salga a luz la verdadera historia de mis famosos hechos, que el sabio que los escribiere no ponga, cuando llegue a contar esta mi primera salida tan de mañana, de esta manera?: «Apenas había el rubicundo Apolo tendido por la faz de la ancha y espaciosa tierra las doradas hebras de sus hermosos cabellos, y apenas los
pequeños y pintados pajarillos con sus harpadas lenguas habían saludado con
dulce y meliflua armonía la venida de la rosada aurora, que, dejando la blanda
cama del celoso marido, por las puertas y balcones del manchego horizonte a
los mortales se mostraba, cuando el famoso caballero don Quijote de la
Mancha, dejando las ociosas plumas, subió sobre su famoso caballo Rocinante
y comenzó a caminar por el antiguo y conocido campo de Montiel».

Y era la verdad que por él caminaba.

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Colofón II. Desde lo personal y lo local.

enero 7, 2009

El madrileño río Torote, deja tras de sí, antes que vierta sus ya escasas y algo contaminadas aguas a su hermano Henares; una humilde, aunque vasta vega, vecina de una peculiar llanura. Llanura cerealista y hogar de gran número de aves esteparias. Gran ejemplo de sostenibilidad. Tan cercano como ignorado, en el paisaje por el que discurre este discreto río madrileño, entre los sufridos Jarama y Henares; conviven el agricultor con la avutarda, el cirate con el cernícalo, la linde y la garcilla, la lechuza y el cazador.

Por ello, pensando en esta armónica convivencia que desde antiguo hace posible coexistir, el vivir del campo con la vida en él; fue protegida esta zona, dentro de las conocidas ZEPA (Zona Especial de Protección de Aves). Pero más recientemente, este área ha tenido que lidiar con otra especie de conservación: la del crecimiento desmesurado de la economía. En el argot rústico, invasión urbanística. Prioridades enfrentadas. Hoy por hoy gana el más débil, quien más tiene.

Sin embargo, siguen surgiendo nuevos conceptos de tal desmedido crecimiento, ante la pasividad y consumo de la población. Desde su límite sur en Alcalá de Henares, resuenan las amenazas con proyectos tan agresivos como necesarios para el ritmo de vida actual: macrovertedero e incineradora para el crecimiento material y demográfico (artificialmente, claro).

 

No quiero hacer de este drama y nueva agresión a nuestro entorno natural, un típico y vano grito ecologista frente a más emisiones de dióxido de carbono, sino a nuestro ritmo de vida y consumo, y sobre todo a nuestra conformidad con las oscuras estrategias de oportunismo político, ya sea por intereses económicos diferentes o por pseudo-intereses electoralistas.

Conforman esta zona protegida por ley europea de alto nivel ornitológico, 16 municipios donde en todos han acaecido escándalos políticos relacionados con especulación urbanística; donde en todos se burla la ley del suelo con más y más proyectos de urbanización e industria. 30.000 hectáreas donde decenas de miles de almas comimos y comemos de la cebada, trigo, conejo, liebre, perdiz, etc. 30.000 hectáreas donde habitan el aguilucho, la cigüeña, avutarda, esmerejón, alcaraván, etc. 30.000 hectáreas que son destruidas por proyectos de muy pocos, y como siempre nos enfrentan. ¿Quién luchó en sus municipios para que esto no llegase a ocurrir? A todos decirles, no al macrovertedero, no a las incineradoras, pero también no al gasoducto, no a sus carreteras. Sobre todo, no a su consumo ni a su crecimiento ni a su progreso.

Imagino y pienso en la vega del Torote que todos esos proyectos son también culpa mía. De mi insolidaridad, de mi consumismo, del sistema que me rodea y no combato. De mi pasividad. Vuelvo a casa en el mismo medio en el que me acerque a esta vega y recordé todo este ruido, mi bicicleta. Pienso que como mínimo escribiré sobre estas reflexiones. Pienso que cada día hay más esperanza.